jueves, 31 de mayo de 2007

Bloggera...

Creo que al igual que muchos amantes de la interné y sus miles de posibilidades, tengo el horario invertido. O ni siquiera invertido, más bien parece que mi cuerpo acomodó sus necesidades de la manera en que mayores incomodidades me pueda causar. Todo el día con sueño. Cabeceando en el tráfico, cabeceando en la oficina, bostezando en la hora de comer, queriendo ir a tomar la siestecita después de comer, con hueva en el gimnasio, cabeceando de nuevo en el tráfico... añorando todo el día el glorioso momento de encontrarme una vez más en el confort de las sábanas y jurando que "hoy si me acuesto temprano..." Todo para que lleguen las 11 de la noche y de la nada me encuentre con el ojo pelón, y vuelva a sucumbir a la tentación de simplemente, checar mi correo y ver qué hay de nuevo en el Hi5...

Fue precisamente este desorden en mi organismo, que genera una exposición desmedida a mi compu y a la apabullante variedad de contenidos existentes en el ciberespacio (¿aún se utiliza ese término?) una de las razones que me motivaron a iniciarme como bloggera.

Pero justo ayer, a eso de la 1:43 de la madrugada, caí en cuenta de que existe una razón de mayor peso. No, aunque parezca mentira, no es mi protagonismo... A la 1:43 de la madrugada (o 1:44, o 1:45), aproximadamente media hora después de haber decidido darle descanso a mi compu y a mis ojos recién operados, dando vueltas en mi cama y sin poder dormir, repasando los pendientes para el día que ya comenzaba -y en general, para la vida que ya desde hace tiempo arrancó-, recordé que entre tantos se encontraba el de ingresar una nueva entrada a mi blog... ¡demonios, ya pasaron más de dos semanas de que lo abrí y no he metido nada nuevo! ¿de qué voy a hablar ahora?

Y al hacerme esa pregunta, la mente se me quedó en blanco. ¡No lo podía creer! Yo, que de cuarto de primaria a quinto de prepa llevé religiosamente un diario donde no sólo hablaba de los chismes de la escuela y las peleas caseras, sino que tocaba infinidad de temas, yendo desde política y sociología, hasta zoología e historia, pasando por lo que a los 10 años era para mí la filosofía... Yo, que siempre me he preciado de mi gusto por escribir...

La conclusión no fue sencilla, pero finalmente llegó: volver a escribir me da miedo. Mucho. Porque implica salir de una especie de letargo mental en el que ni siquiera me imaginaba que me encontraba...

Pero vale la pena salir. Aunque sea escribiendo pendejadas, ¿qué no? Y un medio tan increíble que me permite compartir de manera masiva mis pendejadas, o al menos con los dos o tres entecitos que deseen leerlas, es una forma interesante de regresar...

Bienvenidos los que padecen narcolepsia selectiva... y a ver qué tal me va saliendo esto...

sábado, 12 de mayo de 2007

Mi primer Vive Latino








Para algunas cosas en la vida he sido bastante precoz. Para hablar, por ejemplo. Cuenta la leyenda –o mejor dicho, cuentan mis papis- que a la corta edad de 8 meses no rebasaba siquiera el borde de la cama, pero ya balbuceaba ya mis primeras palabras. Mamá, papá, coca (claro, tenía que ser…)

En otros rubros, en cambio, he resultado ser lo opuesto a la precocidad. Un buen ejemplo de esto es el haber sido primeriza en un evento masivo en el que la edad promedio de la concurrencia estaba ocho años debajo de mi propia edad. O sea, quienes han formado parte alguna vez de un Vive Latino o cualquier masivo de esta índole estarán de acuerdo conmigo en que la gente es muy diversa, ves desde el fresa de clóset que se jura súper alterno pero secretamente se sabe todas las rolas de RBD (¿proyección? maybe…), el darketo, el rastafari, el rocker de garage cuyo look nos recuerda a los Ramones… y toda una extensa gama de etiquetas que podríamos colocarle a cada uno de los sujetos que se congregaron en tan rico evento, que para una servidora se convirtió en una experiencia extrema…

Pero finalmente, lo que mis ojitos desde mi pequeña estatura alcanzaban a ver eran mares de chavitos punk a los que solo les faltaba el pantaloncito gris de cuadros (o faldita, según fuera el caso) y el suetercito verde para jurar que venían directamente de su examen parcial de Introducción a la Física y a la Química…

Una odisea que parecía interminable finalmente me llevó al escenario rojo, principio y fin de la jornada.

La odisea comenzó desde el momento en que decidí dejar mi boleto en manos de la suerte –o para ser más exacta, en manos de la caridad ajena-, lo cual me llevó a la angustia y la desesperación al saber que mis ultra efectivos contactos habían fallado y que cada vez me encontraba más lejos de lo que sería para mí una experiencia más de mi adolescencia tardía…

Pero finalmente, una voltereta del destino me colocó en el lugar preciso. El escenario rojo. Llegué temprano y sin saber de qué se trataba la onda. Eso sí, ya tenía mi agenda armada y subrayados con marcatextos rosa en mi super fotocopia de cinco varos adquirida en las afueras del recinto los grupos que me interesaba ver en cada escenario, previo análisis concienzudo sobre qué prefería sacrificar en los casos en que se empalmaban en el mismo horario dos bandas de mi interés en diferentes escenarios. ¿Nortec o Café Tacvba? ¿Kinky o Los Dynamite? ¿IMS o Zoe?

Lo primero con lo que me encontré al llegar al foro principal fue, como comentaba antes, una horda de chavitos “en plena pubertad”, como bien dijo Fenómeno Fuzz, banda que abrió el escenario rojo con su fusión de surf y ska que fue un excelente comienzo para empezar a “prender a la banda”, como dicen todos los conductores de las estaciones de radio que los nacidos más allá de los ochentas escuchan –y he de reconocer que yo también-. ¡y qué vieja me sentí!

Pero la fiesta apenas comenzaba. Tras recibir la trágica noticia de que la venta de cerveza comenzaría hasta las 3 de la tarde (apenas era como la 1:30 y el calor estaba asqueroso, lo de las chelas no era por alcohólica, sino por mera supervivencia! Necesitaba hidratarme caray!), me di a la tarea de ir a explorar los otros dos escenarios.

Por un lado, el verde, el más pequeño e indie –by the way, ¿alguien podría ofrecerme una explicación puntual y precisa del término indie?-, donde pasé una buena parte del domingo y me llevé sorpresas super gratas como Los Músicos de José, un grupo de la ciudad de México que define su propio estilo como “deep funk para la era post laptop”. ¿Qué demonios es eso? Yo lo que vi fueron siete músicos en escena que desbordaban energía y que pusieron a bailar a una concurrencia que, si bien era escasa en comparación con la cantidad de gente que escuchaba a Ely Guerra en el escenario principal, o a Lucybell en el azul, quedó satisfecha por la vibra que el grupo transmite y por los deseos incontenibles de bailar que se te meten por los poros nota a nota con las rolas de Los Músicos de José…

Del escenario azul no puedo decir gran cosa, fue poco el tiempo que pasé ahí. A pesar de que la oferta musical fue buena –tal como lo fue en general los dos días que duró el festival en ambos escenarios, lastima que mi cuerpecito de 23 años jamás hubiera aguantado la doble jornada-, la programación en los otros dos espacios no me permitió acercarme, aunque acepto que me habría gustado escuchar a los Liquits, La Gusana, incluso Bengala… ni modo, ahí será pa la otra.

Pero volvamos al escenario rojo. Ahí vi a Jumbo, a Chetes –quienes estuvieron bien, pero no me emocionaron tanto como yo esperaba… tal vez porque todavía era temprano-, y ahí me encontraba, al borde de la deshidratación, cuando llegó el tan ansiado momento de dar inicio a la derrama del preciado líquido dorado… a partir de entonces, las cosas no podían más que mejorar…

Y así fue. Después de la venta de alcohol, el momento más ansiado –al menos por una servidora- eran las cuatro de la tarde con veinte minutos (casi exactito, por la manera en que el programa iba fluyendo), hora en que estaba programado que tocara el único grupo donde lo más latino es una rola en la que mencionan a México… Los Magic Numbers!! Estos cuatro gorditos ingleses, autores de un pop folk muy feliz y medio romanticoso que en lo personal me dice muchas cosas y me pone de muy, pero muy buen humor… Su actuación fue todo lo que esperaba y más, ¡realmente me emocioné! Y creo que la gente que se encontraba ahí a mi lado, coreando el mal conjugado pero ultra intenso estribillo She don’t love me like you, she don’t know what you do… and it’s so hard… aplaudiendo y bailando… creo que todos ellos también estaban tan emocionados como yo… y creo que de igual modo los Números Mágicos se emocionaron tanto con la entrega del público mexicano que no dudaría que nos incluyan nuevamente en su agenda pronto… –aunque suene a cliché, cada vez que asisto a un concierto compruebo que es cierto! Dudo que exista en el mundo audiencia más intensa y gritona como somos aquí en la tierra del ahorita…-

Mi clímax personal del día había llegado, lo suficientemente intenso y efectivo como para dejarme pila para el resto del día. Y todavía faltaba el clímax general, el orgasmo colectivo, la razón por la que 60 mil individuos colmaron el Foro Sol ese domingo, a diferencia de los 30 mil que se congregaron el día anterior: Café Tacvba. Pero aún era temprano, había que seguir preparándose física y psicológicamente para ellos…

Así que como aperitivo tuve la oportunidad de escuchar a Volován y a Los Dynamite en el escenario verde. Y finalmente tuve que tomar una de las decisiones más complicadas del día: ¿IMS o Zoe? Opté –o más bien, debo reconocer, me hicieron optar- por el IMS, cosa de la que no me arrepiento, porque se trató de uno de los momentos más divertidos y guapachosos de la jornada. ¡me sentía en una boda! Con su fusión interminable de estilos, que van de lo electrónico a la cumbia y el hip hop. Pusieron a bailar al respetable como changos (tal como indicaba la leyenda de las banderitas que repartieron, que por cierto, por más que intenté no logré apañar una) y a pesar de la dura competencia –Zoe en el escenario rojo y Cuca en el azul- lograron juntar una cantidad considerable de pubertos y adultos –creo que fue uno de los pocos instantes en que no me sentí fuera de lugar- que a pesar de no ser totalmente capaces de corear sus canciones, si las gozaron y danzaron en una viborita que llegó hasta el escenario rojo.

Después de echar un buen bailongo con el IMS, pero indignada por la carencia de banderita, llegué corriendo al escenario principal justo en el momento en que León se despedía de su gente, un público bastante amplio que, por la expresión en sus rostros pude deducir que mientras yo bailaba como chango, ellos se extasiaban con la inconfundible voz de León y sus letras altamente emo…alcancé a escuchar la rola con la que cerraron: Soñé. Me acordé del drama de Martita Higareda y su noviecito naco. Canté a todo pulmón y comencé a adentrarme entre la multitud hacia la tarima…

¿Aquí o más adelante? Me decía mi amiguito que tuvo a bien acompañarme durante toda la aventura, mientras tratábamos de abrirnos paso entre miles de cabecitas que desde que Zoe desmontó su arsenal ya se unían para hacer sonar el clásico Paparu papa eoeo… Intrépida y aventada como soy (JAJAJA), estaba dispuesta por esta ocasión a estar entre la gente, hombro con hombro, espalda con pecho, esquivando el caudal de zapes y arrimones que estaba por venir… pero tampoco quería morir de asfixia, y tampoco quería tentar a mi claustrofobia a hacerse presente en uno de los momentos más extremos de mi vida… así que hubo un punto en que le indiqué a mi acompañante que era el momento de instalarnos en nuestro cuadrito de pasto –cubierto por enormes tapetes de hule que finalmente funcionaron para aventar a todo aquél que deseara saber lo que se siente sobrevolar, aunque sea por fracciones de segundo, el firmamento del Foro Sol-.

Me instalé, predispuesta a convivir por unos minutos con los sudores y olores de quienes en ese momento preciso tenían en común conmigo una cosa: la pasión por la música. O por el desmadre, pues. O en este caso específico, por Café Tacvba. Finalmente, teníamos en común la pasión y el deseo de experimentar la catarsis que solo la música en combinación con la muchedumbre puede ofrecer.

Se apagaron las luces. 50 mil gargantas –que seguramente al día siguiente habrán amanecido destrozadas- se desgarraron en gritos porque finalmente habían salido Rubén, Joselo, Meme y Quique a escena. La lluvia, que todo el día había perdonado pero justo en ese momento se hizo presente, no importó porque nadie se movió a refugiarse. La catarsis había comenzado…

Comenzaron con No Controles… ¿la gente?… súper entregada y feliz de ver nuevamente después de 2 años de no presentarse en la ciudad de México al que es considerado hoy por hoy el mejor exponente del rock mexicano… ¿yo?… ¡temerosa por mi vida! En cuanto comenzaron a tocar la que por cierto es una de las rolas que más se prestan al tan “divertido” slam, los individuos presentes a mi alrededor, que naturalmente eran en su mayoría más altos y más corpulentos que yo, comenzaron a saltar de un lado a otro dentro de su pequeño cuadrito de pasto, mismo que obviamente no respetaban cabalmente, lo cual provocó la invasión de mi cuadrito y por supuesto algunos empujones y golpes… ¡quiero salirme! Exclamé desde mi reducida estatura mientras sentía que no podía estar más golpeada y aplastada… a lo cual mi amiguito respondió con un sonoro y emotivo ¡No mames! No pasa nada, nada más pon tus manos en la espalda del wey de adelante y brinca al unísono…

Decidida como estaba a vivir la experiencia completa, aguanté vara y obedecí puntualmente las instrucciones recibidas. Y bien, a partir de entonces, a pesar de que había momentos en que ni siquiera la pantalla alcanzaba a ver, ¡pude vivir la experiencia completa! Canté y brinqué y vibré no solo a los tacvbos, sino a toda la banda reunida en el estadio/autódromo/Foro Sol. Claro que no me escapé de mojarme, ni de una extensa gama de olores y texturas, ni del caudal de zapes y arrimones que antes mencionaba… pero a mis 23 años viví la experiencia y no me arrepiento.

Café Tacvba son, en definitiva, los consentidos del público chilango. No por nada el domingo se vendió el doble de boletos que el sábado… y me atrevo a decir que de igual forma el público chilango es el consentido de Café Tacvba, quienes tocaron durante casi una hora rolas que llegaron a las más profundas fibras de la asistencia, además de dos rolas inéditas que sonaron bastante bien…

Tras la participación de Café Tacvba mucha gente abandonó el recinto. Mal por ellos, porque se perdieron de la magnífica actuación de Los Amigos Invisibles, pero bien por mí, porque estuve más cerca del escenario rojo que nunca y lo que es mejor, con el suficiente espacio vital para bailar y sacudir la mugre acumulada durante todo el día cual si no hubiera mañana!

A pesar de que era uno de los grupos que tenía muchas ganas de ver, nunca imaginé que fueran tan buenos en vivo. No miento al decir que son ¡la pura gozadera! Era inevitable moverse al ritmo de su funk-pop-salsa-cumbia-electro-loquesea siempre y cuando te haga sentir la necesidad imparable de menear el cuerpo entero…

Y así concluyó MI Vive Latino. Aparentemente en saldo blanco. Satisfecha y dispuesta a regresar el año que entra, aunque para entonces seré aún más vieja y seguro que la concurrencia será todavía más joven… pero ¿qué más da? Mientras el cuerpo aguante…*

*Claro, el cuerpo aguantó pero las pantorrillas aún me duelen una semana después de tanto saltar y estar parada de puntitas… anyway… así es esto del rock & roll…