domingo, 23 de septiembre de 2007

Dancing with myself...


A medida que crecemos, aprendemos a hacer distintas cosas solos: comer, ir al baño, salir a la tienda a comprar algo, manejar... pero hay otras cosas para las que por exigencias de la sociedad en que vivimos, necesitamos compañía: ir a un evento social (llámese boda, quince años, graduación o similares), ir al cine, comer en público...

¿Por qué nos cuesta tanto trabajo comer a solas en público? ¿De verdad nos llevamos tan mal con nosotros mismos? Harta del asqueroso tráfico de Polanco provocado por la incesante lluvia (¡qué raro!), resignada a que jamás llegaría al gym -que por cierto en condiciones normales queda a 5 minutos de mi nueva oficina-, hambrienta y para colmo, con ganas de ir al baño, decidí quedarme a cenar en el Vips de Horacio.

No fue la primera vez que pedí una mesa para uno en un restaurante, pero sí la primera en que por alguna razón -simplemente, saber qué se sentía- quise vivir esa experiencia completa, comer realmente sola, sin acompañarme por una revista, un libro, papeles por revisar, el ipod, incluso el celular... y si no lo había hecho, era precisamente porque finalmente, sucumbía al sentirme juzgada por los que estaban a mi alrededor...

Entré y pedí una mesa en el área de fumar. ¿Espera a alguien?, me interrogó el capitan. Al escuchar la negativa se sorprendió y me lanzó una mirada extraña... o tal vez era mi paranoia al sentir que estaba haciendo algo fuera de lo socialmente aceptado como normal...

Tomé asiento, encendí un cigarro y pedí un café y la carta. Si, el cigarro también funciona como una forma de defensa social, y de cierta manera también nos hace sentirnos acompañados, pero finalmente, es algo que no nos distrae de nuestros pensamientos y de nosotros mismos.

Observé las mesas a mi alrededor. Había otros tres comensales solos: una mujer de edad avanzada, que se hacía acompañar, como yo, por un café americano y un cigarro, además de la más reciente entrega de TVNotas; una chica de unos treinta años leyendo un libro de superación personal; y un chavito como de mi edad, absorto en la hermosa compañía de una Mac PowerBook. Nadie tan solo como yo.

En otra mesa había una reunión de mujeres escandalosas, al parecer un reencuentro de amigas de la secundaria o la prepa quince o veinte años después... algunas parejitas, tanto jóvenes como maduras, y muchas de la tercera edad... y justo enfrente de mí, un matrimonio joven con una niña pequeña.

Mi conversación conmigo misma era mil veces más fluída que las palabras intercambiadas por el matrimonio. Al verlos pensé que siempre es mejor la propia compañía que la de otra persona cuando te caes bien y la otra persona no. El esposo me veía mucho, no sé si con lástima, pensando "¡pobrecita, seguro la plantaron!", o con simple extrañeza...

Y finalmente, lo logré, comí realmente a solas. Y he de decir que lo disfruté bastante. Siempre es agradable e interesante la compañia de otras personas, incluso de aquellas a quienes no aprecias o ni siquiera te caen bien, estoy convencida de que todo ser humano tiene algo para aportarme -unos más que otros, por supuesto-. Sin embargo, así como nos tomamos un tiempo para ir a echar el cafecito con un amigo que hace tiempo no vemos, o con la mejor amiga, o con el cliente o el proveedor, sería interesante dedicarnos un espacio para echar el cafecito con nosotros mismos, conocernos mejor, observar a la gente y recordar que al final del día, la única persona que no matter what te acompañará, eres TÚ...

sábado, 22 de septiembre de 2007

Nueva entrega de las 7 rolas

Rolas lindas que quisiera dedicar
  • The First Day of My Life - Bright Eyes
  • Wouldn't it be nice? - The Beach Boys
  • Flowers in the Windows - Travis
  • To be Alone with You - Surfjan Stevens
  • I see you, You see me - The Magic Numbers
  • Polvo Estelar - Monocordio
  • Young Folks - Peter, Bjorn and John

Rolas para cerrar un ciclo e iniciar uno nuevo
  • Cerrar y Abrir - Los Tres
  • Yeah yeah yeah song - The Flaming Lips
  • Learning to fly - Tom Petty
  • Taking off - The Cure
  • The world is new - Save Ferris
  • El Universo sobre mí- Amaral
  • Float On - Modest Mouse

miércoles, 12 de septiembre de 2007

Una noche en prisión

Eran ya las primeras horas del domingo. Veníamos de una fiesta, pero ella tenía hambre. La verdad yo ya quería regresar a casa. Llovía. Además la semana a su lado es muy agotadora. Pero siempre logra convencerme. Termina arrastrándome a donde se le pega la gana, y aunque muchas veces he terminado lastimado -de gravedad incluso-, a ella parece no importarle mi salud, con tal que siga cumpliendo sus caprichitos.

Así que, finalmente, fuimos a cenar. O mejor dicho, a que ELLA cenara. Pero antes me llevó a un lugar prohibido. Yo sabía que no debíamos estar ahí. Aparentemente ella no lo sabía. O tal vez no le importaba. Muchas veces me he puesto a pensar por qué sigo a su lado. No me cuida, me hace sentir usado, que no valgo nada... a veces siento que la odio. Y honestamente, creo que a ella le pasa lo mismo conmigo. Sin embargo, me ha confesado que ninguna de las veces que me ha sido infiel se ha sentido como se siente conmigo. Simplemente, hay algo, tal vez nuestra historia, tal vez nuestra química... algo que nos ata y nos impide separarnos.

Pero esa noche nos tuvimos que separar. Estábamos en aquél sitio oscuro. Hicimos lo que había que hacer. Yo noté un dejo de culpa en su mirada, pero aún así se marchó, dejándome tirado en medio de la lluvia, en esa calle llena de lujo donde aparentemente nada podría marchar mal. Se fue, segura de que a su regreso yo la esperaría con los brazos abiertos.

Me sentía fatal. Deseaba irme, pero no la podía dejar, mi conciencia -de la cual ella parece carecer- me lo impedía. Pero pasó algo que me impidió seguirla esperando... ¡fuí capturado por las autoridades! Y ninguna explicación fue válida, YO SABÍA que no debía estar ahí. No hubo manera de resistirme y me llevaron. Directo a prisión.

En el camino pensé muchas cosas. Por un lado, sentía una profunda rabia hacia ella, no podía creer que una vez más su inconsciencia me había colocado en una situación tan desagradable. Pero esto era el colmo, nunca antes había tenido problemas legales por su culpa, nunca había llegado a este extremo. Sin embargo, por otro lado, estaba preocupado, por cómo llegaría ella con bien a casa, por lo que pensaría al salir y no encontrarme ahí...

Finalmente, llegué a mi lugar de encierro. Lo primero que hicieron a mi llegada fue marcarme como res con unos sellos de la delegación... me sentí humillado y ultrajado. Y también la extrañé más que nunca. Y me pregunté, ¿qué será lo que estoy haciendo mal para que ella me trate así? Si todo este tiempo ha sido mi centro, mi razón de ser...

De tanto darle vueltas al asunto, me quedé dormido. Cuando desperté ya era de día. Y yo, seguía con esos malditos selllos. Rodeado de otros que aparentemente llevaban ya varios días ahí. Transcurrían los minutos y mi esperanza se desvanecía lentamente. Tal vez se enojó porque no la esperé y se fue con otro...

Pero justo cuando comenzaba a darlo todo por perdido, apareció. No me podía sentir más feliz cuando la ví, todos mis rencores desaparecieron. Ahí estaba, desvelada, con cara de que pasó una noche fatal sin mí... pero con esa sonrisa de alivio al verme y comprobar que estaba bien y la esperaba como siempre, dispuesto a todo por ella.

Corralón de San Joaquín, México, D.F., 9 de septiembre de 2007